ECONOMÍA DE LOS ESTADOS UNIDOS: ATERRIZAJE SUAVE O NUEVA Y PROLONGADA CRISIS

Durante el año 2018 observamos un importante dinamismo de la economía de los Estados Unidos. Este fenómeno estuvo asociado a varios factores, entre los que se destacan las mejores expectativas empresariales que generó la elección del presidente Trump y que se confirmaron con la reducción de impuestos empresariales a raíz de la reforma tributaria aprobada a finales del año pasado. Como se observa en el gráfico, el índice de confianza de los pequeños negocios que reporta la Federación Nacional de Negocios Independientes de los Estados Unidos alcanzó un récord histórico el pasado mes de agosto. El optimismo que se observa en los empresarios también se extiende a los hogares. Los indicadores de Confianza del Consumidor en los Estados Unidos, tanto el de la Universidad de Michigan como el del Conference Board, alcanzan sus niveles más altos de este siglo. La mayor confianza de los hogares ha estado acompañada de la reducción en la tasa de desempleo y de una importante valorización de activos mobiliarios e inmobiliarios que han permitido aumentar la sensación de riqueza.

Sobre el tema de la riqueza, es importante mencionar que, en lo que a precios de la vivienda usada se refiere, el indicador más importante –el Case Schiller– sigue mostrando valorizaciones elevadas: a julio pasado el indicador crecía a una tasa del 6.3% anual, tasa superior al 4.2% que se observa para este indicador en lo corrido de este siglo. Por su parte, los indicadores del mercado accionario, 4tal como se comentó atrás en este documento, han tenido un par de episodios significativos de corrección: el primero al iniciar el año y el segundo pocos días después de que el S&P 500 llegara a sus niveles más altos históricamente el 20 de septiembre pasado.

En relación con estos incrementos en precios de los activos, algunos economistas han llegado a advertir sobre la inminente posibilidad del estallido en sus precios. Al respecto, Martin Feldstein, profesor de Harvard y exdirector ejecutivo de NBER por cuatro décadas, señaló en declaraciones al The Wall Street Journal: “El principal riesgo ahora es que una corrección en el mercado de acciones disminuya el consumo de los hogares de manera que arrastre la economía a una recesión” .6 Teniendo en cuenta el alto nivel de deuda pública en Estados Unidos y las bajas tasas de interés, dicha recesión sería prolongada. “Desafortunadamente no hay nada en este momento que la FED u otro actor gubernamental pueda hacer pare prevenir que eso pase” .7

Al respecto, es importante mencionar que históricamente las recesiones en este país han ocurrido cuando el canal de crédito se ve significativamente afectado por las pérdidas de los bancos y por los bajos niveles de capitalización de las entidades financieras en general. Este no parece ser el caso actual. Como resultado de la crisis financiera del 2008, los bancos americanos se han capitalizado significativamente, con lo cual es de esperar que resistan en buenas condiciones un período de ralentización o recesión del sector real.

Cuando se analiza en retrospectiva la crisis financiera del año 2008/2009 en los Estados Unidos, llama la atención que algunos indicadores líderes sugerían que la situación del sector financiero en ese país no era buena, incluso un año antes de que se presentara el colapso bancario. Uno de los indicadores de mayor interés para mostrar esta situación es el denominado Ted Spread o diferencia entre la Libor y la tasa de los Tesoros. Al incorporar la tasa interbancaria el indicador muestra el grado de confianza entre las instituciones financieras. El promedio de este indicador en 2006 fue de 0.46 puntos porcentuales, durante el primer semestre de 2007 había aumentado a 0.5 y en el segundo semestre se había disparado a 1.28.

Resulta interesante observar que en la coyuntura actual el indicador mencionado es de 0.39 y su tendencia se presenta a la baja. En otras palabras, existe confianza en la salud del sector financiero. Esta situación se confirma con las cifras del Banco Internacional de Pagos, la razón de capital a activos de los bancos en los Estados Unidos se considera una de las más altas del mundo. Así las cosas, la salud del sector financiero es buena. En estas condiciones, la probabilidad de que se genere una recesión es en la actualidad baja y, por lo tanto, nuestras proyecciones no incorporan un evento de esta naturaleza.

Perspectivas de corto plazo para la economía de los Estados Unidos.

A consecuencia de factores tanto de corto como de mediano plazo, la actividad económica en EE. UU. está al alza. Se observa, además del incremento en los precios de los activos que analizamos en la sección anterior, una mejora en los indicadores de confianza de los hogares y algunos indicadores de confianza empresarial. Gracias a la mayor demanda en la economía y al alza de los precios de los combustibles, los niveles de inflación al consumidor han venido en aumento. En efecto, mientras la inflación en julio de 2017 ascendía a 1.64%, en agosto pasado ya había aumentado al 2.8%, cifra bastante alejada de la meta de inflación del 2%.

Como resultado del repunte de la economía y del aumento de la inflación, la FED de los Estados Unidos anunció a mediados de 2018 su intención de llevar a cabo cuatro incrementos de tasas en este año y tres incrementos en 2019. El aumento de tasas de interés en Estados Unidos y la apreciación del dólar a nivel mundial han tenido consecuencias importantes sobre variables como los precios de los commodities y los movimientos de capital a países emergentes. La pregunta que debemos hacernos es: ¿qué tan probable es que la FED pueda incrementar tres veces sus tasas de interés en 2019 y que el dólar siga valorizándose?

Esta pregunta es muy relevante, sobre todo si se tiene en cuenta que según las expectativas del mercado esa entidad no podría realizar sino uno o dos incrementos de tasas el próximo año. En efecto, tal y como se puede ver en el gráfico adjunto, la trayectoria de incrementos de tasas de la autoridad monetaria diverge en relación con la implícita en ciertos derivados financieros.

Consideramos que, nuevamente, en 2019 la FED no podrá cumplir su promesa de incrementar tres veces su tasa en atención a los siguientes factores:

Tal como tuvimos la oportunidad de comentar en la introducción de este documento, durante 2018 hemos observado una desaceleración en el crecimiento económico global. En este sentido, el crecimiento de Estados Unidos ha impedido la profundización de esta desaceleración. Sin embargo, es muy difícil que la desaceleración económica mundial, relacionada con la pérdida de dinamismo de los emergentes y el aumento de los precios del petróleo, no tenga un impacto sobre el crecimiento de los Estados Unidos. Como ya se ha mencionado, el FMI estima que la economía de este país reduzca su tasa de crecimiento en 2019.

El incremento de tasas de interés de un punto porcentual en 2018 por parte de la FED significa que las tasas de interés finalizarán el año en 2.5%. Estas tasas continúan estando por debajo de la inflación observada, pero significan un repunte importante en términos de la historia de muy bajas tasas después de la crisis de Lehman Brothers hace ya diez años. El aumento de las tasas de corto plazo, junto con el incremento de las tasas de inflación, deberá reflejarse en un incremento de las tasas de largo plazo en los próximos meses. Se espera que esta situación desestimule el crecimiento en los precios de los activos, en especial de las hipotecas.

El déficit fiscal de  los Estados Unidos ha venido aumentando en forma acelerada como resultado de la reducción de impuestos y de un crecimiento de la economía, que si bien es bueno, no alcanza a compensar esta disminución. Con datos al mes de junio, el déficit de los Estados Unidos ascendía a 3.8% del PIB, cifra bastante más alta que el 3.3% del 2017 y que el 2% al mismo corte en 2016. En los meses siguientes, el déficit fiscal ha acelerado su deterioro al observarse caídas más pronunciadas de los ingresos y un aumento de gastos. Así las cosas, es muy probable que el déficit fiscal en EE. UU. termine el año por encima del 4%, lo cual deberá constituirse en un fenómeno propicio para elevar las tasas de interés de los títulos de deuda del Gobierno.

Efectos de la guerra comercial. Las cifras provenientes del PMI8 Global sugieren que los pedidos para exportación en industrias de bienes de capital, consumo e intermedios a nivel global se han venido desplomando. En el caso de pedidos para exportación de bienes intermedios, el indicador está por debajo de 50, lo cual indica ya una contracción. Es muy probable que alguna parte de esta situación se pueda asociar a la guerra comercial de los Estados Unidos con China y otros países del mundo. El FMI ha advertido al respecto que la guerra comercial generará un aumento de la inflación mundial y una caída del producto.

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