¿Cómo se Preparan las Escuelas Para Retomar las Clases Post-Pandemia?

Por Natalia Tieso – Desarrollo Regional para América Latina del Bachillerato Internacional (IB)

La transformación en la educación, sin dudas se encuentra en el centro de escena desde que la OMS declaró al covid-19 como pandemia y colateralmente algunos Estados de Latinoamérica anunciaran restricciones, distanciamiento o aislamiento social, preventivo y obligatorio. Si bien los efectos en la educación ya han comenzado, también se están elaborando soluciones a gran velocidad, acerca de cómo las escuelas internacionales están trabajando en este período de covid-19 y las posibles acciones en el reinicio de clase presencial.

La educación se ha transformado: se ha revalorizado el papel de los docentes quienes han debido desarrollar y/o ejecutar algún tipo de plan de aprendizaje en línea, educación remota, digital o de emergencia, según los contextos de cada institución escolar, casi repentinamente de la noche a la mañana, sin siquiera pasar por un estadio medio, como nos prepara el alba para un nuevo día.

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Algunos colegios ya estaban familiarizados con plataformas digitales mientras que otras entidades educativas se dieron cuenta que la educación presencial no se podía traducir a un entorno virtual de manera automática. Es así como las lecciones de aprendizaje han sido para los alumnos como también para el equipo docente y directivo de las instituciones, quienes tuvieron que adaptarse a los cambios más rápidamente de lo deseado.

Los entornos multimediales pusieron de manifiesto la brecha digital en las distintas realidades de conectividad, y de una manera fundamental se pusieron en evidencia desigualdades económicas, sociales y de capital cultural en las familias. Consecuentemente, esta pandemia presenta la oportunidad de profundizar la alianza familia-escuela, aun cuando los padres y madres se asomen en las pantallas y escuchen al docente dar sus explicaciones.

La comunidad – con todos los actores del ecosistema educativo-, debe ser transparente y fluida para que las expectativas sean claras y se eviten madres y padres estresados por las tareas de geometría, docentes cansados de calificar y directores comparando costos y beneficios de recursos digitales. Particularmente los alumnos, siempre en el centro del proceso de aprendizaje-enseñanza, están descubriendo su propia autonomía mientras desarrollan habilidades de comunicación en una clase virtual y aprenden cómo mantenerse auto-motivados e involucrados, a pesar de las interrupciones que surgen cuando se comparten espacios con demás miembros de la familia.

Nuevos interrogantes aparecen con la re-apertura de los colegios: la importancia de planificar actividades que promuevan los vínculos socio-emocionales será esencial. Los educadores deberán presentarles a los alumnos oportunidades para compartir de manera presencial lo que han experimentado, como angustias, tensiones, anécdotas, y también un espacio de reflexión sobre los cambios vividos.

Se deberán tener nuevas prácticas de higiene en el colegio y poder brindar espacios más frecuentes para lavarse las manos. Los alumnos ¿podrán ocupar las mismas aulas o ya resultarán ineficientes al no mantener el metro y medio de distancia? ¿asistirán algunos días o todos, en qué horario, podrán compartir la merienda en el receso escolar?

Es así como muchas preguntas son las que deberemos realizarnos y deberemos contemplar un plan transicional, con etapas y logros. La incertidumbre continuará un tiempo más, pero no quedan dudas que la nueva planificación curricular podrá incluir un modelo híbrido entre las clases presenciales y aquellas mediadas por las tecnologías.

También el “modelo post covid-19” deberá basarse en la comprensión conceptual, dentro del contexto de aprendizaje social y emocional, a través del desarrollo de las habilidades de conciencia de uno mismo, conciencia social, toma de decisiones responsables, autogestión y habilidades relacionales. Todo este marco mencionado, también incluirá una evaluación formativa para poder apoyar a los alumnos en el “aprender a aprender”, que es en sí lo que nos implica como formadores de la sociedad en general.

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