EL DESARROLLO CONSTANTE

El desarrollo por competencias

En un mundo tan centrado en la práctica y las “herramientas”, es vital no perder de vista el conocer bien los conceptos o la “teoría”, si queremos llamarla así.

Llevamos décadas intentando “desarrollar competencias”. Los resultados, en muchísimas ocasiones, no se pueden calificar de espectaculares. Creo que, en parte, es porque no entendemos muy bien qué es una competencia.

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Cuando yo empecé a estudiar música, mi profesor de entonces me dijo: “Mira, en tus inicios como músico te vas a encontrar muchos problemas, que tendrás que aprender a resolver. Y los resolverás. ¿Y sabes que pasará después? Que te encontrarás con otros problemas, más difíciles. Y los resolverás, y crecerás. Y entonces te encontrarás otros problemas, aún más difíciles. Y así toda la vida. Porque si llega un día en que dejas de encontrarte problemas, es que te has estancado, pero ese estado no durará. Porque aquí sólo hay dos opciones: si no vas hacia arriba, vas hacia abajo”.

¿Alguien desarrolló habilidad para jugar al tenis leyendo un libro? La competencia es una habilidad compleja, que no sólo comprende conocimientos, sino también habilidades y actitudes, entre otros. Por esta razón, no hay tal cosa como un curso que me de unos conocimientos que me permitan ejercer y que no olvidaré nunca, ni tampoco un entrenamiento que me permita desarrollar la habilidad asegurándome que esta permanecerá a lo largo de mi vida.

Por el contrario, desarrollar una competencia es como entrenar un músculo: Su entrenamiento/desarrollo tiene que ser constante. Si lo quiero en forma, debo entrenarlo siempre. Y, si dejo de entrenarlo, dejará de estar en forma, por muy bien que esté ahora.  Una habilidad se entrena constantemente. Si no, no funciona.

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Esto constituye asimismo una lección para las empresas, que no pueden contentarse simplemente con pagar un curso o un entrenamiento y esperar que sus empleados desarrollen sus habilidades naturalmente. Uno debe adaptar el medio de desarrollo a la naturaleza de lo que quiere desarrollar. A modo de ejemplo: Si buscamos desarrollar una competencia como la orientación al logro, debemos crear en nuestras empresas una cultura de metas y de métricas en donde este logro sea muy importante. Si, por el contrario, buscamos desarrollar la creatividad y premiamos el que se hagan las cosas como siempre se han hecho, estaremos creando un efecto contrario al deseado.

Si logramos adaptar el entorno de nuestras empresas para que las competencias de valor se pongan constantemente en práctica y se genere un efecto de retroalimentación positiva, estaremos logrando que nuestra organización se convierta en un foco de desarrollo constante de las mismas; y con ello lograremos acercarnos cada vez más a nuestros objetivos.

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